Carolina y Mohammed

Carolina y Mohammed

Publicado el 08/10/2023
Carolina y Mohammed

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Los veinteañeros pastores de la majada de Las Pintas

Carolina y Mohamed, 12 mastines y dos careas para cuidar de un rebaño de 650 ovejas en las montañas de Riaño

Fulgencio Fernández

01/10/2023

Actualizado a 01/10/2023

 

 

Mohamed y Carolina, con sus escuderos Linda y Rico, en la majada de Las Pintas cuidando de un rebaño de 650 ovejas. | MAURICIO PEÑA

Carolina y Mohamed vigilan la subida desde la parte alta de la Majada de Las Pintas. Cuando los mastines inician su carrera para marcar el territorio y avisar a los visitantes de que allí ‘vive’ un rebaño un potente silbido les detiene en seco. Al llegar a la majada Copito, el ‘abuelín’ (tiene 12 años), está tumbado al sol, ni se inmuta. El resto —Queca, Tigre, Diablo, Bolero, Tango... hasta doce— están en sus puestos, tranquilos, por si algo ocurre, aunque el verano ha sido tranquilo, sin que los lobos hicieran acto de presencia.

Los careas —Linda y Rico— hacen su trabajo y también responden a las llamadas de los pastores, a sus típicos sonidos, en un espectáculo siempre digno de ver: «A derecha, a derecha. Sube, sube. Ya, ya, déjalas…». Y hacia la derecha van. Y hacia arriba suben. Y las dejan. 

-  Son inseparables. El cachorro, Rico, solo tiene seis meses y le está enseñando ‘el oficio’ Linda como si fuera su madre, pero aprenderá bien, tiene buena maestra. De momento estorba más que hace porque se mete delante de ella. Son muy simpáticos.

 Y trabajadores.
- Fundamentales en el pastoreo. Sin ellos, no sé.

Es una escena típica de un rebaño de ovejas en una majada de montaña, diaria, pero tal vez con dos pastores muy singulares pues no son  muchos los jóvenes que se dedican a este duro oficio. Y Carolina y Mohamed, los pastores de la majada de Las Pintas de Salamón, tienen tan solo 23 y 22 años, respectivamente.

- ¿Y cómo os dio por el pastoreo?.
Sonríen, siempre sonríen, se encogen de hombros. «La vida».

"En casa no hay ganado, yo conocí el pastoreo en una pequeña escuela en Madrid y me apunté a esta experiencia; ahora volveré a mis estudios de Ambientales"

Carolina García Santa María es de  Valdepeñas, en Ciudad Real, estudiante de Ciencias Ambientales que tendrá que reincorporarse a sus estudios nada más que regrese de su verano de pastora, cuando el rebaño regrese al sur. «Probablemente hacia el Pilar. Todavía hay muy buen pasto, pero ya se sabe que en las majadas de montaña es peligroso forzar el regreso. Igual tienes que marchar por entre la nieve», dice la joven, que ya estuvo el verano pasado con otro rebaño en la provincia de Palencia y que conoció este oficio en un curso que hizo en «una pequeña escuela de pastores que hay en Madrid. Me gusta el pastoreo, el contacto con la naturaleza, los animales…».

Carolina, con su tradicional vara de pastor, da instrucciones al rebaño. | MAURICIO PEÑA

- ¿Y la soledad?
- Se lleva muy bien, tienes tiempo para todo y somos dos.

-  ¿Bajáis mucho al pueblo?
- No, muy poco. Cada dos o tres semanas, a por el pan, algo de comida y volvemos.

 ¿Lo echáis de menos?
- La verdad es que no.

Carolina llegó a esta afición al pastoreo por vocación propia, los antecedentes en su casa eran muy lejanos. «Los abuelos sí habían tenido ganado, pero yo ni llegué a conocerlo directamente. Surgió en mí, me gusta».
Mohamed Akhifa sí había conocido al pastoreo en su país natal, Marruecos. «Mi familia sí se había dedicado al pastoreo en nuestro poblado, pero ahora ya no. Yo conocí esta oportunidad, este proyecto para subir a una majada de montaña, y me apunté».

"Mi familia sí se había dedicado al pastoreo en nuestro poblado en Marruecos, ahora ya no. Yo conocí este proyecto para subir a una majada de montaña, y me apunté"

- ¿Y bien?
- Sí. Muy bien, me gusta.

Tanto es así que Mohamed, que reconoce que no tiene muy claro su futuro cercano, piensa en algo relacionado con la ganadería de ovejas y el pastoreo como proyecto de vida. «Si tuviera una nave donde poder tener ovejas y que fuera creciendo el rebaño… claro que me gustaría, pero a ver cómo van las cosas».

De momento estará hasta el final con este rebaño de 650 ovejas en una majada «con muy buena yerba». Y los dos valoran  el entorno de la  misma, «la peña Las Pintas, las Rebequeras, la otra parte del puerto que llaman la Paloma… el sitio es espectacular».

- ¿Y quién cocina?
- Los dos, nos turnamos, según los días. Lo llevamos bien y alternamos las ‘cocinas’, la manchega y la marroquí. Mohamed es un maestro del cuscús; dice Carolina ante la complaciente sonrisa del pastor.

Carolina y Mohamed en la caseta de la majada. | MAURICIO PEÑA

Y de las palabras pasó a los hechos pues esta misma semana los dos pastores recibieron la visita de un grupo de  cocineros madrileños (tres con estrella Michelín) y periodistas gastronómicos a los que ofrecieron en la majada el cuscús de Mohamed y «las críticas» fueron excelentes. Llegaron hasta allí como parte de alguna de las iniciativas que, alrededor de la trashumancia, organiza la Fundación Monte Mediterráneo y su cabeza visible, la infatigable alemana Ernestine Ludeke. Visitaron esta majada y otra en Valdeón, degustaron una cena de cordero en las casas rurales de Salamón… «encantandos se fueron».  Así cualquiera.    

La caseta del pastor en la que cocinan y viven Mohamed y Carolina es un ejemplo de aprovechamiento de cada rincón, que no llegará a los veinte metros cuadrados esta ‘solución habitacional’ que dirían en jerga urbana. Muebles que se convierten en otra cosa, la tele detrás de la puerta, literas, la ducha al aire libre en la parte posterior... «No se desaprovecha ni un centímetro, estamos bien... es la tradición del oficio, como se aprovechaban los tradicionales chozos». 



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